En un mundo de dietas express, ayunos prolongados e intermitentes, dieta low carb, método grez, productos light, suplementos. Todas estas opciones tienen algo en común, y es que restringen alimentos o ciertos tipos de alimentos. Está demostrado que las dietas restrictivas son casi imposible de mantener por mucho tiempo. Además la mayoría no son saludables ni para tu salud ni para tu mente, ya que nos privan de muchos nutrientes, sobrecargan nuestros sistemas y nos desconectan de nuestras propias señales físicas y emocionales.
¿Qué tal si ahora te cuento que para perder o mantener un peso no es necesario contar calorías ni seguir una lista de alimentos prohibidos? ¿Si te hablo de una forma de alimentarte que te hará comer saludable, escuchar a tu cuerpo y no pasar nada de hambre?…así es, me refiero a la alimentación intuitiva.
La alimentación intuitiva se basa en reconocer las sensaciones que nos da nuestro propio cuerpo con respecto a la comida, como el hambre fisiológica (real) y la saciedad. Se trata de escuchar lo que nos pide el cuerpo y evitar restricciones que terminan causándonos deseos incontrolables por comer esos alimentos que nos estamos privando. Por ende, podríamos decir que la alimentación intuitiva se aleja totalmente de tener que contar calorías y macronutrientes para comer realmente lo que nos pide nuestro cuerpo (no nuestras emociones).
A grandes rasgos, la forma para alimentarte intuitivamente consiste en:
Para poder disfrutar de la comida sin tener que estar privándonos, es importante aprender a reconocer cuándo estamos satisfechas, con sensación de saciedad. En el momento en que sientas que estás satisfecha, para de comer. Una manera de empezar a familiarizarse con estas sensaciones es parar en mitad de la comida y preguntarse: ¿Qué nivel de saciedad siento ahora mismo?» Te sorprenderás al descubrir que muchas veces estamos comiendo sin hambre.
¿Es difícil llevar una alimentación intuitiva?
El comer intuitivo es algo que nacemos haciendo, los bebés y los niños piden comer cuando tienen hambre y dejan de comer cuando están satisfechos. Cuando nos vamos haciendo mayores, olvidamos/perdemos nuestra capacidad de identificar cuando estamos satisfechas y cuando tenemos hambre real. El motivo es que durante nuestra infancia, a raíz del desconocimiento de los adultos, estos siempre trataban de alimentarnos constantemente, sintiendo o no sintiendo hambre, obligándonos muchas veces a terminar el plato aunque ya no quisiéramos seguir comiendo. Esto impacta directamente en nuestra manera de relacionarnos con la comida, pero nunca es tarde para reestablecer y seguir las señales que nos manda el cuerpo.
Con la alimentación intuitiva vamos a recuperar la comunicación con nuestro cuerpo, con nuestras señales y con nuestras emociones para identificar y satisfacer nuestras necesidades reales. Así vamos regulando nuestra alimentación, revertimos el impacto de la crianza, entorno y publicidad en nuestros hábitos alimentarios, mejoramos la relación con nosotras mismas y creamos una mayor armonía y equilibrio en nuestra vida.
Nuestro cuerpo es nuestra mayor autoridad, el cuerpo une nuestro mundo interno e intangible con nuestro mundo externo o material, nuestro cuerpo sabe cuál es la cantidad y alimento correcto. Si puedes escuchar tu cuerpo e interpretar sus señales de hambre, automáticamente te alimentarás de manera más saludable.
Desaprender nuestras antiguas creencias y reaprender a comer de manera intuitiva es un proceso, todo proceso y aprendizaje no es lineal o automático. La misión es dejar a un lado los prejuicios que condicionan nuestra alimentación para observar cuál es la respuesta de nuestro cuerpo a cada alimento en el día a día.
Acá van los 10 pasos para empezar a practicar una alimentación más intuitiva:
1) Elimina tu inscripción a la cultura de las dietas: Las dietas para bajar de peso te llevan a ignorar las necesidades de tu cuerpo. Es importante volver a escuchar tu cuerpo, y sobre todo, volver a ti.
2) Respeta tu propia hambre: Si tu cuerpo fisiológicamente te pide comida a través del hambre real, escúchalo y aliméntalo. Cuando sea hambre emocional, indaga sobre de qué tienes hambre realmente; amor, atención, cariño, personas, etc.
3) Reconcíliate con los «malos alimentos»: A veces querer lo contrario a lo que te dicen que no te conviene es un fenómeno psicológico normal. Cuanto más te prohíbes comer pizza, chocolates y galletas, más pensarás en eso. Aparecen y se quedan deseos que podrían no existir no hubieran prohibiciones. Pero ahora entendiendo esto verás que en realidad no necesitas comer ese chocolate todos los días.
4) Silencia a tu juez interno: Este juez te dirá cosas como: «no más hidratos de carbono después de las 6 de la tarde» o «no comas más pan». No lo escuches. El estrés negativo que te genera al final te lleva a un círculo vicioso de ansiedad.
5) Reconoce la sensación de saciedad: La encontramos en ese punto de equilibrio que está entre el hambre voraz y la plenitud completa (sentirse demasiado lleno). El objetivo es que el péndulo que va de un lado a otro haga un recorrido corto, de un apetito que no te resulta urgente a una plenitud agradable, satisfecha pero no llena.
6) Experimenta momentos de placer: Está bien también que disfrutes de una comida que realmente deseas, que se celebra y se disfruta con tus 5 sentidos Pero recuerda tomarte tu tiempo, no te distraigas y siente cada bocado.
7) Separa los sentimientos de la comida: Comer por aburrimiento, soledad, tristeza o frustración es hambre emocional. Los alimentos son capaces de producir sensaciones parecidas al afecto. Distinguir entre el hambre emocional y hambre fisiológica es unas de las claves de la alimentación intuitiva.
8) Reconcíliate con tu cuerpo: A menudo las dietas están directamente relacionadas con juicios sobre el aspecto físico al comprarlo con estereotipos y cánones ideales de belleza. Reconocer tu realidad, reconocer tus virtudes más allá del físico y aceptar tu cuerpo, es un paso necesario para conectar con tu intuición.
9) Practica el movimiento: El deporte, el ejercicio y/o movimiento son parte de una vida saludable. Lo más importante es que sea divertido, que te motive. Encuentra esa actividad que te haga sentir bien, parte de a poco, escuchando tu cuerpo, y luego ya podrás ir aumentando gradualmente el ritmo.
10) Disfruta el proceso: Tómalo con calma, con intención pero sin prisas. No tienes que hacerlo perfecto desde el día uno, la constancia hace al maestro. Disfruta el proceso y escucha a tu cuerpo. La vida no es lineal, no es perfecta, somos cíclicas así que no trates de buscar la perfección ya que solo encontrarás frustración. Recuerda, lo perfecto es enemigo de lo real.
Sé paciente, hacer consciente el proceso y tener la intención de hacer cambios ya es un primer paso, y es normal que al principio continúes sucumbiendo al comer emocional ante ciertas situaciones que te llevan a esas emociones detonantes. Con el tiempo se va produciendo la autorregulación. Recuerda practicar el movimiento no para quemar calorías, sino para sentirte bien y canalizar tu energía.
Por último, si necesitas más herramientas, es importante pedir ayuda con un profesional que te entregue más estrategias, ya que a veces el comer emocional da paso a otros trastornos alimentarios, como el trastorno por atracón, en donde la necesidad de azúcares y grasas se multiplica, siendo necesarias grandes ingestas para calmar los sentimientos asociados a esta ansiedad.
Cualquier duda no dejes de escribirme.
Jo Lezaeta.